miércoles, 5 de marzo de 2014

Capítulo 39

-Hola cariño. -Dijo la señora, nos miró un tanto extrañada, pero con una sonrisa. -¿Y esta preciosa pareja?

-Son dos muchachos, no tienen dónde comer. Para encima la suerte no está de su lado, el restaurante de Priscilo está una semana cerrado.

-Que mala suerte. -Nos volvió a mirar y sonrió. -Anda, pasar. No mordemos. Me llamo Sarah. Podéis quedaros tanto tiempo cuanto queráis. - La verdad es que su amabilidad desbordaba, en una ciudad no se veía gente así nunca.

-Gracias, yo me llamo Harry. Un gusto. Ella es ________. -Sonreí y Sarah hizo lo mismo.

-Por cierto, igual os lleváis bien con nuestra hija. Tiene 19 años, más o menos como vosotros. -Asentimos, porque justo era la media de nuestras edades. Yo 17 (en unas semanas 18) y Harry 21. -¡Lottie! ¡Baja a conocer a nuestros invitados! -Quedé alerta en cuanto escuché el nombre de Lottie. Pero me calmé, ¿qué posibilidades había de que fuera la chica de la fiesta? Estábamos en un pueblo distinto, no creo que conociera a Lauren viviendo aquí para ir a su cumpleaños.

Se escucharon los pasos al bajar la chica.

-Ya voy mamá. -Esa voz, si que la había escuchado antes. Apareció en la cocina, la rubia de ojos azules. Lottie, la de la fiesta. En cuanto nos vio quedó un tanto anonadada, al igual que nosotros. -¿Harry? ¿Qué haces aquí? -preguntó emocionada y se lanzó a darle un abrazo. Yo carraspeé la garganta, y  Lottie se apartó de él. Me miró un tanto, raro. Le fastidiaba que yo estuviera allí, pero me daba completamente lo mismo.

-Van a comer y dormir aquí. -Dijo Sarah. Lottie se alegró.

-¡Qué bien! Seguro que es el destino que nos vuelve a unir. -Rodé los ojos. ¿El destino? ¿Pero qué cursilada es esa? ¿En serio? -Ven, te enseñaré tu cuarto.

-Hija. -Dijo Sarah. -Solo hay un cuarto de invitados, así que enséñaselo también a ________. -Lottie hizo un gesto un tanto extraño, de asco. Me miró.

-No, no vamos a permitir que duerman en una habitación, con lo agotados que están. Que venga Harry a mi cuarto, que tengo litera.

-No hace falta. -Interrumpí con una sonrisa falsa. Cogí del brazo a Harry enganchándome a él. -Podemos estar perfectamente los dos en la sala de invitados. -Me miró desafiantemente Lottie. ¿De qué iba? ¿Coqueteaba con Harry delante de mis narices? ¿Esa chica no tenía vergüenza? Que cara.

-Tengo una idea. -Intervino Sarah. -Mejor que Harry que es un chico duerma solo, y que ______ duerma en la litera contigo Lottie. Así estaréis más cómodas.

-Pero mama, ¿con ella?

-Anda Lottie, no te pongas tonta. Vete a enseñarles su cuarto.

Ella a regañadientes, nos llevó hasta el cuarto de invitados donde dormiría Harry. Y después su habitación en la que, desgraciadamente tendría que dormir con ella. Pero mejor eso a que lo hiciera Harry, no me fiaba de ella ni un pelo.

Después bajamos a comer un puré que creo que era de verduras. No estaba acostumbrada a comer ese tipo de cosas, pero bueno. Mejor que nada, era. Más tarde fue Harry a su cuarto, y yo decidí ir con él. No iba a ir con esa petarda sola.

-No me creo que estemos aquí con esa. -Dije al cerrar la puerta. Él se tumbó en la cama y yo me senté en la silla de un escritorio. La giré para poder verle.

-Tranquila, solo será una noche y nos vamos.

-Pero seguimos sin saber a dónde iremos. ¿Seguiremos caminando con tan solo cincuenta euros y un chicle? Y aunque solo sea una noche, no me fío nada de Lottie.

-¿Por qué?

-¿Pero tú estás ciego Harry? Solo hay que ver lo tonta que se puso en cuanto te vio.

-No te preocupes por nada, mira. Ya pasó un día y solo gastamos un par de caramelos. Seguro que nos las apañamos.

-Pero Harry. -Me acerqué y me senté a su lado. -¿Por cuánto tiempo? No podemos estar así toda la vida. No lo sé, pero no estoy segura.

-Te pregunté esta mañana si estabas segura de continuar. -Se incorporó para estar sentado junto a mí.

-Lo se... -le miré a los ojos, y viceversa - pero, es que ¿ahora qué? ¿Vamos de vagabundos de pueblo en pueblo?

-De momento si, hasta que se nos ocurra algo mejor.

-No lo sé, no lo veo claro… -Hubo un pequeño silencio. -Tengo miedo.

-¿De qué?

-¿Y si las cosas no salen bien? ¿Y si mi madre me encuentra? ¿Y si en otro lugar no hay gente así, que nos deje quedar en casa?  -Él no respondió y me dio un abrazo. Le miré y me dio un beso en los labios con sus ojos entrecerrados.

-Seguro que todo sale más que bien.

Continuará...

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